Valor de la libertad religiosa en las sociedades democráticas

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11 de diciembre de 2024
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Carolina Lagos Oróstica

De acuerdo con el filósofo y teólogo Raimon Panikkar, la religión es un ingrediente imprescindible de la sociedad. El filósofo Karl Jaspers en su obra Origen y meta de la historia, señala que, en torno al siglo VI antes de Cristo, la humanidad experimento una misteriosa elevación del espíritu, planteándose preguntas referidas a las más altas finalidades. Este periodo de la era axial, aparece simultáneamente en Oriente Medio, Grecia, India y China. Es el inicio de la filosofía y la mística en la historia humana. Pero, desde mucho antes en el paleolítico se ejercieron actividades cuya orientación era religiosa y, de modo específico, en el neolítico surgió la arquitectura cultual. Así, milenariamente la religiosidad humana se ha expresado confirmando la relación íntima entre el ser humano y una realidad absolutamente otra.

En todas las épocas las religiones han manifestado el profundo cuestionamiento del ser humano ante las situaciones fundacionales que se representan en la vida cotidiana (Duch, 2001). Por ello, la religión posee un carácter cognoscitivo y, en el mismo nivel, un carácter existencial. De esta manera, tanto para la vida personal-privada, como para la vida colectiva-pública, la religión brinda una orientación ética y epistemológica para la resolución de las necesidades humanas. A este respecto, Jürgen Habermas (2015) sostiene que la religión es muy relevante para las actuales sociedades seculares, porque aportan argumentos y valores que permiten socializar respuestas para las situaciones de crisis que experimenta el mundo. El consenso de normas no es suficientemente logrado con la estipulación de una razón autónoma; en efecto, gran parte de los problemas del presente tienen su causa en una razón conducida desde la lógica del cálculo y el control de fines, sin la ponderación de los medios y las circunstancias.

Por su parte, los contenidos religiosos colaboran ampliamente en la formación del libre albedrío de la opinión pública, porque son contenidos que remiten a un horizonte trascendente de la realidad, así como imponen la conciencia de la finitud y los límites ontológicos del ser humano. Así, por ejemplo, los actuales problemas bioéticos, migratorios, causas y efectos de la inteligencia artificial, no obtienen una ponderación exclusivamente desde los criterios científicos, tecnológicos y economicistas, porque son situaciones que se implican con los espacios vitales de la existencia humana. En este sentido, es imprescindible valorar el lugar de la religión en las sociedades democráticas de la era postmetafísica, con la finalidad de hacer del dialogo público una actuación nutricia y efectivamente destinada a aprecio del ser humano como ser libre capaz de autorrealización.

Carolina Lagos Oróstica
Académica Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía