“Tú eres malo, por tanto yo soy bueno” La falacia más común en Chile

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Blog Académico

Pasar del miedo a la presunción parece ser cuestión de sólo un instante, igual que de la sinceridad a la insolencia y arrogancia. Chile, la cultura del “más o menos”, curiosamente no parece conocer los gradientes intermedios. Y así la gente pasa muy fácilmente y sin mayores matizaciones, por ejemplo en las redes sociales, del comentario más dulce y de la euforia más desbordante al insulto más craso y soez que pueda encontrar a mano en menos de un posteo.

Chile vive una brutal cultura de la desconfianza que lamentablemente conduce a una patológica búsqueda de control y seguridad. Chile es hoy por hoy un país sometido al miedo. Miedo e inseguridad, no sólo a sufrir violencia física, que lo hay por supuesto (portonazos, asaltos, y un variopinto etcétera), sino peor aún, miedo a perder el trabajo, miedo a sufrir una enfermedad grave, miedo a jubilar, miedo al presente, miedo al futuro. ¡Ah, el futuro! Sí, el futuro lleno de incertidumbre para muchos y cautelosa esperanza para otros. En medio de todo esto, la forma de tratarnos, llena de agresividad y miedo.

No hay diálogo, no es posible así. “Diálogo” es una palabra eufemística, vacía, a veces hasta de cruel chiste en boca de algunos. Goebbels, tristemente el ministro de propaganda nazi, se queda corto al lado de algunos soliloquios tan suaves en sus palabras como totalitarios en su mensaje. Un diálogo que se reduce a la mera estrategia manipuladora de la contraparte para atraerla a la propia trampa y dominarle, puede resultar eficaz, como al nacismo, pero atroz para la humanidad. Diálogos muertos que son cualquier cosa menos diálogo, que usan y abusan del término para enmascarar intereses inconfesables, sólo ahondan la miseria del desolador panorama de un Chile sumido en una crisis de confianza como nunca antes.

Superar esta crisis implica superar las falacias que nos dominan y se alimentan del miedo, la frustración y la desesperanza. Tenemos miedo a que los demás sean libres, pues buscamos el máximo control ciudadano y la máxima seguridad, y por ese camino hemos matado toda libertad. Toda libertad tiene riesgos, pero si queremos libertad hemos de otorgar libertad. El camino del puro control conduce al totalitarismo, más pronto que tarde. Las doctrinas sobre seguridad, se alimentan del miedo y conducen a una industria del miedo, ¡un negocio muy lucrativo, por cierto!.

¡Tú eres malo, por consiguiente yo soy bueno!, es una falacia, y está a la base de cada argumento “ad-hominem” que se usa.  “Ad-hominem” significa contra el otro, no de su argumentación, sino de su persona, busca dañar su dignidad: su físico, su familia, su origen, lo que sea que lo identifique. Otros llaman a eso “descalificación”. Quizá, no sé si es un real equivalente. Construir el país, nadie lo puede hacer solo ni con una endémica desconfianza institucional y social. Construir el país únicamente podemos hacerlo colaborando unos con otros y con todos, y eso sólo se puede si hay libertad para vivir y crear, confianza social para colaborar y autoridades que sean, no sólo capaces, sino dignas de conducir los procesos de la vida pública de los ciudadanos.

 

Dr. Juan Carlos Inostroza

Académico Facultad de Estudios Teológicos y Filosofía UCSC